Más me alejo de la urbe, más ganas de no volver me dan. Más lejos del bullicio matutino, vespertino y todos los 'inos', cuanto más lejos de la suciedad de basura residual y emocional, quiero estar lejos de toda esa enfermedad contagiosa que se llama Capital. Los pueblitos que conocí, las pequeñas ciudades que descubrí inmersas en su mundo ajenas a toda esta demencia porteña; a cualquiera de ellos podría ir sin temor, con todos mis sueños y cual único techo sea el cielo. La paz tan necesitada, la calma esperada y su silencio penetrante, el sonido del mar o el viento entre montañas, la mismísima tranquilidad de caminar. Más sobrevivo acá y más te odio Buenos Aires, cuánto mal hacés, será que sos, para mí, el estandarte del sistema que te atosiga hasta que dejes de creer, el consumismo que te obliga a ser un ciervo más, el materialismo que ya puede comprar y vender amor. Quiero alejarme de esto a otro polo del mundo, kilómetros más, kilómetros menos, quiero estar fuera de la urbe