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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Tal vez lo bueno está por llegar

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Es inevitable esto del balance anual.  Fue un año cargado de cosas. Empecé a trabajar, terminé el CBC, empecé la carrera, me la pasé viajando y superando cada traba que me ponía el mundo para cursar, puse en jaque (cual Guasones) mi vida una o dos veces, y ciertas cosas que creía también. Me alejé de algunos y me acerqué a otros, elegí estar y no estar con otros tantos, aguanté cada una de las crisis que la vida me puso delante, algunas con secuelas, otras sin ellas, entendí que no puedo perdonar porque sí, que nunca voy a poder personar sólo porque alguien se arrepiente. Yo necesito algo más. Necesito tiempo para digerirlo, tiempo para ver porqué tengo que dejar de lado aquello.  Viví a flor de piel cada sentimiento que sentía, nunca menos, siempre a más, comprendí que ese añorado deseo de transformarme en metal era imposible porque yo soy una especie de esponjita absorbente y no cemento o hierro. Puse en jaque (de nuevo) cada relación, con cada persona sobre esta Tierra, descubr

Los sueños también incluyen pesadillas

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Está debe ser la justa razón, sólo que en el planeta Tierra a unos se les dice sueños y a otros se les dice desgracias; unos son por talento propio y otros por maldades ajenas. Quizá todas esas pesadillas que algunos soñamos por la noche sólo sean vestigios difusos de algunas realidades, que han sido tergiversadas por algún Dios griego y trasladadas a la noche con algún fin particular. Algunas veces la estúpida reflexión mañanera determina las próximas 24 horas que vas a vivir hasta que un nuevo sueño te quite la modorra. En cambio, hay situaciones desesperantes que parecen pesadillas y simplemente desearía sólo despertar. Pero la única salida es dormir, y los roles de los tiempos oníricos se invierten hasta que dar cabeza a bajo y ahí es cuando uno desearía despertar cuando en realidad está viviendo y no durmiendo. Hay situaciones desesperantes en las cuales no existe certeza que afirme que el momento en el que se está es sólo un rato más de esos de descanso. Y también, cual ying-ya

I love that place.

Voy a llorar toda mi vida con las muertes de Sirius, Dumblendore, Dobby, Fred, y quizás con Lupin. Supongo que voy a seguir sintiendo esa cosita especial en el cuerpo que hizo en mí lo más hermoso de mi infancia. Amo completamente esa historia, a aquella cabeza que la ideó, transformó toda mi primaria e hizo eco en mí, para siempre. Dirán cuánto quieran, pero ¿cuántos de ellos pueden sentir esa felicidad al imaginar? ¿Cuántos, carentes de ilusiones, pueden sobrevivir sólo con un libro? ¿Cuántos, de todos ellos ajenos a esto, pueden cambiar el ánimo con tan sólo una historia? Yo sí puedo, yo sí sé que esto forma parte de mi vida, para siempre. Y es perfecto. Rescato cada una de las palabras, de las oraciones y de los párrafos que leí, lo podré cientos de veces que cada vez encontraré algo nuevo. Porque yo cambio, y mi imaginación cambia conmigo. Y porque me marcó profundamente, con cada dolor, con cada una de las risas y emociones que describió. No hubo, nunca, libro en el mundo que me