Los sueños también incluyen pesadillas


Está debe ser la justa razón, sólo que en el planeta Tierra a unos se les dice sueños y a otros se les dice desgracias; unos son por talento propio y otros por maldades ajenas. Quizá todas esas pesadillas que algunos soñamos por la noche sólo sean vestigios difusos de algunas realidades, que han sido tergiversadas por algún Dios griego y trasladadas a la noche con algún fin particular. Algunas veces la estúpida reflexión mañanera determina las próximas 24 horas que vas a vivir hasta que un nuevo sueño te quite la modorra. En cambio, hay situaciones desesperantes que parecen pesadillas y simplemente desearía sólo despertar. Pero la única salida es dormir, y los roles de los tiempos oníricos se invierten hasta que dar cabeza a bajo y ahí es cuando uno desearía despertar cuando en realidad está viviendo y no durmiendo. Hay situaciones desesperantes en las cuales no existe certeza que afirme que el momento en el que se está es sólo un rato más de esos de descanso. Y también, cual ying-yang, hay momentos en los cuales despertar es un alivio aunque sea gritando, llorando o de repente, porque aquellas imágenes difusas son cautivadoras para la curiosidad pero sorprenden y no te dejan escapar. Pero entonces, si la analogía es correcta, si los momentos que vive nuestra mente cuando dormimos son retazos de una realidad tergiversada eso significa que la esencia de dicha realidad (real), en cuanto a cómo el protagonista lo vive, tiene el mismo matiz malvado, aterrador, angustiante (y en los mejores casos, feliz, placentero, de bienestar) que la realidad que ha sido vivida. Uno debería ponerse a analizar si soñamos cosas que hemos vivido, o si vivimos de acuerdo a nuestros sueños. Ambas son muy amplias y creo que compatibles entre sí, o alternantes al menos. Pero tanto una como otra dan pequeñas pistas sobre qué clase de realidad, de vida estamos viviendo. ¿Cuántas dudas, cuántas incógnitas entran en una sola cabeza, todas al mismo tiempo? ¿Cuánta incertidumbre se es capaz de soportar cuando no hay idea, lenguaje, explicación o concepto que reduzca la entropia de aquello que nos rodea y la misma resulta tan difícil y desgastante de asimilar a nuestros propios esquemas? Quizás los sueños asimilen por nuestra conciencia aquello que nosotros no podemos. Quizás por eso haya deseos prohibidos, haya angustias tan profundas. Tomar conciencia de nuestros sueños implica dar cuenta de en qué postura estamos parados: si vivimos como soñamos, o soñamos lo que vivimos. Ambas perspectivas traerás consecuencias variadas. Si el sueño es feliz, supongo que podríamos mantener la modorra mañanera un tiempo más. ¿Pero si la noche ha sido oscura como tantas otras, qué sentido tiene desperdiciar una mañana más, tener un amanecer otra vez cargado de incertidumbre? En cualquier caso. Se sueñan realidades y se viven sueños. Siempre, felices y tristes.





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