Toda la vida odiando poner títulos.
Que sí, que no, que sí, que no. Que sí, yo escribo la comparación, le pese a quién le pese (hasta a mí, también). Habla IGUAL. Escribe parecido (por suerte, no creo estar preparada para más embrollos). Tiene LAS MISMAS ojeras. Tengo un imán para esta clase de gente, definitivamente. No es muy halagador esto, ya sé, pero es inevitable. Supongo que hay gente que te marca de una manera, a veces, más intensamente que otra; lo cual no es nada positivo, al menos desde este punto de vista. En todo caso, no hay manera de no atar los cabos y trazar el estúpido patrón. La gente con la que uno se relaciona, también habla de uno mismo, y de mí, podríamos hablar bastante. El adjetivo "enfermo" se situa entre los más fuertes que he podido utilizar, seguido MUY de cerca de "Cobarde". Éste último figura como denominador común entre los últimos seres del género con los cuales tuve el irónico placer de cruzarme. La cuestión principal es que tienen parecidos alarmantes. La clásica,