Toda la vida odiando poner títulos.

Que sí, que no, que sí, que no. Que sí, yo escribo la comparación, le pese a quién le pese (hasta a mí, también).

Habla IGUAL. Escribe parecido (por suerte, no creo estar preparada para más embrollos). Tiene LAS MISMAS ojeras. Tengo un imán para esta clase de gente, definitivamente. No es muy halagador esto, ya sé, pero es inevitable. Supongo que hay gente que te marca de una manera, a veces, más intensamente que otra; lo cual no es nada positivo, al menos desde este punto de vista. En todo caso, no hay manera de no atar los cabos y trazar el estúpido patrón. La gente con la que uno se relaciona, también habla de uno mismo, y de mí, podríamos hablar bastante. El adjetivo "enfermo" se situa entre los más fuertes que he podido utilizar, seguido MUY de cerca de "Cobarde". Éste último figura como denominador común entre los últimos seres del género con los cuales tuve el irónico placer de cruzarme.
La cuestión principal es que tienen parecidos alarmantes. La clásica, cobarde, y estúpida muralla anti afecto; como si uno fuera con los anillos de casamiento por la vida intentando clavarlos en cuanto anular se le cruce! Que gente pelotuda, por dios. En fin, a lo que iba. Esa es otra "coincidencia". Todo esto, pasando por alto, la fuerza de atracción a nivel teórico que me producen esta clase "extraña" de seres humanos.
Hace unos meses escribí que la locura no es ningún placer. La locura no es ninguna ventaja en la vida de nadie, denota millones de cosas que aquellos "locos por decisión propia" no son capaces de sentir, y bien por ellos. Podría encontrar la calma y la paz utópica sin pasar por las noches y los días de alucinatorias emociones. Sería lo ideal y creo firmemente que es posible. Y sano, por sobre todas las cosas. ¿Qué clase de verso es ese que anda vendiendo que la locura es algo feliz? Te están mintiendo en la cara che. 
Podría pasar la noche entera explicando que las noches sin dormir, los escritos que los tres tenemos y tuvimos (alguien me dijo una vez, una mujer que yo respeto mucho, que el #3 es el número mágico. Seamos mágicos, pero alejados) demuestran la de perturbaciones que pueden acechar en un solo cerebro que son tantos, que el espacio infinito de la cabeza no alcanza. 
Es como una odiosa regla de tres simple (?): Si Fulano se parece a X. Y yo hablé con F y con X. Algo se parece a mí. Y fastidia, interesa, es un misterio, y sé, como sabía aquel de hace unos años, que todo, absolutamente todo estaría condenado al fracaso. Y que así sea, porque no pienso seguir el hilo de la neurosis hasta alcanzar la obsesión. Pero mientras tanto, sé también y estoy totalmente convencida, que hay otras tantas aristas para aprender, que puedo comprender, desde fuera, esas cuestiones tremendas que abarcan la humanidad. Y si es a través de una coincidencia alarmante, casi del árbol de pánico, que así sea. 
Lo que es para destacar, es la cruel comparación. Evitemos el hecho de violencia, ey, Einstein, sí, sí, vos. Evitemos la violencia, que no me da la cordura para plasmar tan publicamente. Evitemos las preguntas, evitemos todo. Salvo la lectura, escritura, los mates y el humo. 
No es muy amable de mi parte, pero es una parte de mí.

Salú!

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