Cuyo 2013.
Bendita sea la forma en que te haces valer. Mendoza, yo te amé. Cuyo, San Luis, San Juan. Todo amé. Voy a contarte un cuento IGUAL. Tal vez sí sea tan peligroso esto de volar; los riesgos infinitos de soñar; la desventaja que presume el confiar. Tal vez no sea ni momento ni lugar y grandes cotizaciones en la bolsa apuestan a la ficción de esta historia, pero ¿qué más da? Si somos así, podemos brillar. San Luis. Entrada con sierras. Nada de nieve, claro. Pero sierras, tonos verdes, marrones, casi amarillos. Sol, temperatura ideal, hostel amable y plaza. Plaza muy Capital, era viernes y todo lo inundaban los uniformes escolares, las mochilas, las polleras y corbatas. Cuánto colegial dando vueltas, ojalá, sólo preocupado por pruebas de fin de año. Un cuaderno, una birome, un cuaderno y mucho por decir, una sensación de libertad, palabras a dejar fluir. Y que se las lleve el viento y se quemen con el sol, que se marchiten para siempre entre puntanos aflorando, viviendo y muriendo.