Las cartas están mezcladas.

Son una de esas noches que no podés dormir.

(Buscando un refugio para no caer) •



Me hablan, me interrumpen los pensamientos con palabras complicadas, como esos que dicen “eso que no tiene nombre no se puede pensar” no se podrá pensar, pero sí se puede sentir.
Qué palabras lleva, no tengo idea, pero es bastante feo y yo no creo que podamos vivir en el cielo, tanto nos gustan los problemas, tanto nos persiguen, nos buscan, nos corren, Me alcanzan, me destrozan, me hunden, y una magia particular es a única que me levanta, porque no hay nada más, no existe nada más.
Me molesta la hipocresía, me molesta la cobardía, me enferma. No entiendo porqué no jugársela, porqué no ir de frente y mantener un argumento, sostenerlo. No creo que algo más mediocre, estabas entre la espada y la pared, fundámosnos, aislémosnos. No. La resignación es lamentable.

Estas vacaciones eternas, el ocio permanente, mis días sin razón, la única razón la traes vos.
Este destino errante que no deja que me encuentre, tantas idas y venidas para no saber nunca dónde estoy ni donde voy. La tentación de desviar este pensamiento a lo más feliz de mi vida y no analizar nada de nada, dejarlo todo tal cual, si parece que nada va a cambiar, aunque pueda creer, pueda confiar. ¿En quién? Siempre volvemos a lo mismo, una sola razón, millones de sensaciones. Lunes que no duermen, madrugadas que dejan soñar, un estúpido camino que no sabe donde parar, cuándo arrancar, qué dejar, qué guardar. Algún giro inesperado es lo que estamos esperando, algún misterio para resolver, una mágica idea que nos lleve a donde estábamos ‘bien’. ¿Y eso dónde era? Imposible decir que es posible tener toda la vida manejada, ordenada y feliz. La felicidad no existe. Existen momentos felices, gratos, agradables, sublimes. Momentáneos. Este camino idiota que nos deja varados en medio de preguntas, como ese disco feo de la Bersuit que se llama “?”. Y nunca encontramos respuestas, las piedras de un camino incierto que te hacen caer, resbalar, patinar. Y una única soga (ojalá nunca se rompa) que viene desde arriba a levantarme y ayudarme. Que nunca se corte, mi vida, mi tiempo, mi sueños, acompañados de vos, y sólo se vos, porque no lastimás, porque no hacés mal, y ya dejamos el análisis de lado. Quisiera tener una obligación, de esas rutinarias, al menos por hoy, para saber que debo irme a dormir y no desvelarme con preguntas que ya me hice, que nunca pude contestar. Saber que hay una obligación mañana por la mañana, que me convendría dormir, cansarme mental y físicamente para dejar de pensar. Sólo soñar, sin un solo cuestionamiento que venga a aplacar nada. Volvemos al destino, qué me mandan, que hago yo, que yo recorro, que ya está dicho, no sé cómo será pero no me causa nada de gracia pasar por estos momentos que no dicen nada. Será que tal vez… que tal vez ¿qué? Perdido en las vueltas que nunca voy a dar, y acá están otra vez, son la mejor razón y ojalá fueran mi única emoción.

Escribir en plural es tener la idiota idea que no estás sola en estos mambos de domingo, que tal vez haya alguien que siente lo mismo. O no. Que esto es único, porque es mío. Míos son mis problemas, pero nuestras son nuestras alegrías. Que egoístas podremos ser, a qué extremo somos capaces de llegar. Pero después de 3274 caracteres con espacios, sigo ensimismada en la misma sensación sin nombre que deja muda y perdida, que no sé cuándo empezó pero que mañana a la mañana desaparecerá si es que de una vez logro dormir sin soñar. Freud debería haberme dejado un lagado con la explicación de esas muertes oníricas, que me hacen temblar. Las cuatro paredes se cierran sobre este monitor y yo me encuentro sola extrañando algo que no sé qué es, ¿cómo se extraña, se siente algo que no sabe qué es? Todo tiene nombre, dicen, el vocabulario castellano (y argentino en particular) me dijo una profesora de lengua tiene muchísimas palabras, miles más que otros idiomas, pero yo no encuentro ninguna para ponerle a este día.

Sigo sin saber a dónde ir, principios, ideales, sentimientos, sensaciones, sueños, colores, horrores, emociones, grises y decolores. Yo no sé cómo llegué acá, ¿ahora como hago para saber cómo salir?


Un sublime momento.

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