Cartas a un analista IV

"-Y al final, ¿qué dejó?

-Una coraza casi inexorable, los muros defensivos de un castillo inconsciente incapaz de dominarse, el cruel aprendizaje, los restos de un adolescente ingenuo. Y la libertad, la certeza de nunca, jamás, ceder al desconsuelo, suicidar la voluntad ante tal violenta desfachatez; apreciar rasgos secundarios hipotéticamente reales y siempre momentáneos. Liberar una espalda, condenar al mitómano cobarde que habita en su cuerpo, darle las gracias y volver: a pensar, a viajar. A creer, alguna vez, en el mito de la completud, en la ficción de llegar, en la tan encubierta mentira de encontrar. Creer, al fin, considerarlo en su vida falaz ya que no hay otra manera, nos atrapa en sus redes con los tentáculos de su historia cultural. Necesario su relato pero nunca suficiente, aprendimos a vivir con la pregunta, la contradicción, y soñar que tal vez, ese sea el punto de llegada, siempre un instantáneo punto de partida en un nuevo tren. El inconsciente cual abismo con fuerza de atracción; y quedé mirándolo, inmóvil. Hacia la muerte indefinidamente, y en el camino, la familia, los amigos, el rock, el amor, la risa, el llanto, la verdad, las respuestas que nunca alcanzarás, el deseo que nunca deja de empujar."




Comentarios

  1. Qué linda sos.
    Cada vez más completos estos relatos de confesión, entre caos y equilibrio.

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