Al margen

Me duele el frío en la piel cuando me seca la cara y me molesta la garganta. Me duele un poco más el frío de los invisibles, los escondidos en los recovecos de las veredas intentando vencer al viento y al rocío. Y la indiferencia también, la masa ciega y devoradora que te (so)mete en su rueda y te niega la realidad paralela de aquellos que no entran, de aquellos que no tienen un número para acceder: un número de identidad, de banco, de legajo. Sin el número, no existís. Pero más que todo, es la indiferencia por elección esta que nos enceguece a todos, y nosotros gustosos, lo que más miedo da: ¿Cuándo la vida te cruce de vereda y no consumas, no te vendas, no seas una cifra? ¿A quién rezarle, a quién pedirle, a quién rogarle? ¿A quién reclamarle la esperanza perdida, los sueños robados? 
Como mínimo incomoda la señora de ochenta y largos inviernos que vende lo que puede en el tren, el loco delirante que se las rebusca zafándose de la institucionalización represora, el nene, la nena, mocoso, gris, que no aprende a sumar, que no lee los cuentos ni ve Zamba en Youtube. Como mínimo incomoda tanta desigualdad. Y tal vez sea sólo la proyección de algún miedo que quedo sólo en miedo pero que rozó, así el dinero, las botellas, las noches, el no poder, el esfuerzo y el sacrificio, la pena de no poder brindar cuanto quieran pensando que eso es la felicidad. Después, de grande, te enterás: ni idea qué es, pero no es el boliche de tacos y carterita, no es el escote sugerente al patovica, no es el viaje a la India garpado por mami y papi, no es consumir hasta morir. 

La casa, el calor, la estufa, las milanesas, las tortafritas, el café con leche, el silencio para leer, la música el domingo: un lugar para estar, donde ir. Y si eso desapareciera, y si ya no existieran la alfombra empolvada bajo el sofá, los libros amarillos con aroma a viejo, los pajaritos a la mañana cuando el sol le da a las casuarinas y ellas también se vuelven amarillas; ¿y si todo esto desapareciera? Seríamos un invisible más: ¿y a quién rogarle, a quién pedirle? El mundo desaparece, la masa insaciable de desastre se lo lleva por delante. ¿Y nosotros?

Nosotros, al margen.




After all that we've been through
I will make it up to you
I promise to.

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