No voy en trenes, no tengo donde ir.

Avasalla un poco la imagen del ideal, quizás hayas nacido para vagar porque quién compraría el combo fallado de la soledad.
Y por la ruta 40 haciendo dedo hasta el fin del mundo y desde ahí hasta el sol, no hay nieve ni altura más fría que aquella que te lleva al abismo de la propia existencia, del para qué estamos acá si al final estamos solos y somos algo respirando intentando avanzar.
No quería un reemplazo, un transplante familiar, sólo esperaba una condena a aquella indiferencia. Y mucho menos esperaba una adopción que marcaba y resaltaba una falta explícita y cruel, si nunca hubo nadie atrás, ahora ya no quería a nadie más.
Tal vez estaba hecho para caminar solo por el mundo, siempre viajando y nunca quedándose.



Y he buscado en miles de pozos
algo que viva, algo que mate,
algo que escuche y algo que mire,
algo que escriba, algo que borre.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

.

Montaña y símbolo fálico.