Ciro

Tirando de una esperanza, se está haciendo y parece que va a llover.

Y fuiste por dos de cal y una de arena mientras la gente miraba la luna y los hipnotizaba. Compraste varios kilos, por si las dudas, para guardar, quién te dice, quizás más adelante... Caminas varias cuadras, el viento en la cara, las zapatillas gastadas sobre el asfalto, y vos para adentro con los ojos de vidrio. Farmacia mediante, compras un kit de primeros auxilios, unos litros de alcohol y muchas, muchas curitas. Seguís pateando ideas por la vereda, con más furia, con más intensidad, ni siquiera los pibes del delivery de la pizzería te alteran, vas muy concetrada, despacio, lento. En off.
En la esquina de Alberdi y Rivadavia, un negocio magicamente abierto pero oculto, casi impercetible. La luna le daba su luz, bondadosa, compartiendo su paz. Dame el proporcional de toda una vida en cemento, le dijiste. El hombre de manos callosas muy amable te alcanzó bolsas y bolsas pesadas, llenas de polvo. Llevalo nena, fijate qué construís, contestó.

Ojalá haga una casa con chimenea y patio, jazmines y pinos altos, y no una pared, una muralla impenetrable tan alta que ni siquiera saltando desde arriba del Obelisco puedan acercarse.


Puedo conversar con una pared.

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