Las cosas que sé de vos


Hace un calor de morirse, de esos que pones El Muro e Invernalia sobre la avenida y se derriten a velocidad récord y los salvajes se refugian bajo el aire acondicionado y los caminantes blancos se materializan en forma de factura de luz. Y esa necesidad de vacaciones aparece cual pensamiento automático y mandato superyoico a la vez entonces armo viajes, hago planes y me encuentro lejos del cemento horroroso de la ciudad entre árboles florecidos sacando fotos, descalza con maya y shorcito.
Se acerca a eso dormir con vos, que es como estar de vacaciones en algún lugar con campos y aire fresco, sobre el pasto mullido y donde el tiempo no pasa y nada apura ni peligra. En algunas mentes será sobre la arena, con el viento en la cara y la cara frente al mar y en otras tal vez se parezca más a los ríos entre montañas, la paleta de colores de los cerros, la nieve respirando allá bien alto y una manta sobre el suelo con una taza de té caliente. Podría también ser en medio de la ciudad, entre los rascacielos y los carteles luminosos de neón, en medio de la gente y la adrenalina en el cuerpo, la diversión y la noche. 
Tu sonrisa con los ojos, los chistes de turno, mi sonrisa al verte sonreír. No te imaginas cuánto me gusta verte feliz. Estar al lado tuyo, escucharte de verdad, mirarte con toda mi atención, decirte que sí y decirte que no, abrazarte cuando lo necesitas y poner música mientras emparchas porque eso es lo que en ese instante necesitas, que hables y pidas, que te quieras y te encuentres, que brilles como siempre, escucharte respirar y sentir tu pecho que sube y baja y después se relaja, tu música indie, tus libros de textos sin puntos, tus cuelgues hacia dentro, tus moretones de bicipolo, tus maratones de series, cenar ravioles con queso, Leia y la fuerza, mirar desde un balcón los autos infinitos por la autopista, cocinar bizcochuelos sin dulce de leche, hacer pizza con mucho condimento, tomar cerveza en verano, fumar y ver vacas volar, chocolates durante el invierno, salir de noche a dar vueltas por la Capital, barcitos a oscuras y besos intensos, amigues y el relax, escribir novelas que alguna vez alguien leerá, intervenciones desde tu supuesto saber, el tiempo pausado en un pueblo, leer filosofía y votar a la izquierda, pensar en las personas que amas, los mates amargos a la mañana, a la tarde y todo el día, la yerba especial, comprar vinilos, ir a España y verlos en vivo, perderte en los chinos de Once y en un barrio chileno al atardecer, compra venta de bici partes, sentarte frente al mar de Monte Hermoso donde este verano aparecieron tiburones, hacer asados veggis, bailar cumbia vieja y cumbia cheta, mirarte fijo con toda intención, tener mucha agua para la resaca, comprar te vick para el frío, la claridad con que ves y sentís algunas cosas, tu siempre esperanza y tu calma, vivir enero y febrero en una quinta con pileta, chapar en la pileta, salpicarte el agua fría, verte y correrte el pelo de la cara, morderte los labios, regalarte algo porque sí, crecer, reír, amar, compartir.
Los planes a dúo, los individuales, los planes con otra gente, los espacios compartidos y los personales, acá frente a la ciudad y allá en el campo, también son vacaciones y así también te amo.

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