Lo que no me anda sobrando es la fe.

Un día llegué temprano a casa y volqué en el comedor todo lo que me dolía, todo lo que pensaba, lo que me molestaba. Y después sentí en el pecho los cuchillos de la indiferencia, de la culpa misma, hipócrita amiga. Y como si fuera una metáfora di vueltas mis cuatro paredes sacando y poniendo, acomodando, cambiando, porque esa estructura ya no me abrigaba, entonces revolví cajones, cuadernos que hace mucho no veía y leí ciertas cosas de hace muchos años, cosas que podría haber escrito ayer. Y mientras sacaba el polvo a esos recuerdos, había una letra que me resultaba conocida, que llamó mi atención, esa manera especial de escribir. Y rompí en pedazos aquella historia de papel. Y seguí tirando a la basura esos momentos y muchos otros más, unos repetidos dibujos, que hoy entendí porque eran tan frecuentes. Y cuánto dolía saber que no cambió nada, solamente se agudizó y es más cruel. Los problemas, leí una vez, son aquellos que tienen solución. Entonces, qué hago con este bombardeo de preguntas sin respuesta, respuestas que no me hacen bien. Sigo teniendo los mismos miedos más odiosamente definidos que hace dos, cinco, siete años. Siguen siendo las mismas perturbaciones que me afectan, que no puedo asimilar. Y siento la desesperación de que tal vez, nunca puedo coordinar mi cabeza con el mundo, la locura penetrante de no saber qué hacer, cómo actuar, qué pensar, cómo dejar de sentir. La desesperación hecha acción. El círculo vicioso del que no sé escapar, que no puedo romper. Las estúpidas ilusiones rotas que no puedo recomponer. El mismísimo desgano hecho cuerpo en mí. Y el único confort es revivir momentos felices pero momentos viejos, porque no puedo mirar más para adelante, porque no encuentro adelante que cure todo esto que me pasa.

Comentarios

  1. Yo creo que el "adelante" no se encuentra, sólo llega. A veces, pensar es suicidarse, amiga. Te quiero mucho.

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