YoSommier

Completud. Completitud. Qué más da, se entiende que deriva de "completar", de quizás, sentirse lleno, entero. Casi que es prima hermana de "Plenitud". Son de la misma familia, eso ni hablar.




Un día, lindo, caluroso, soleado, tirado en una cama cual sommier, alguien lee un libro disparador de preguntas, de incógnitas, de dudas. Alguien descansa sobre la almohada, y sobre la almohada descasan los interrogantes, y en ellos, el camino mismo hasta el conocimiento fundamental. Alguien, ventilador y frazada a la vez, recuerda, revive, reelabora vivencias, pensamientos y cuestiones que han pasado, se exprime neuronas e inconscientes buscando razones ocultas a preguntas a futuro, a acciones del pasado, y a emociones del presente.

A esto debe haberse referido un Otro cuando le dijo "A ver si tu inconsciente se queda pensando" y fruto de ello, horas y horas más tarde se desvela un feriado, buscando, calmando la ansiedad de llamarla y contarle todo.

OtroOtro, mirando desde afuera como el sol va desapareciendo le susurra al oído unas pistas, le tira unas sogas para llegar al núcleo del asunto, sin dejar de ser silencioso, sutil. Y efímero, como cada situación que en la que se presenta. Ahora que el YoSommier se siente entero, se ve completo, ¿qué más puede faltar? Si el deseo es el motor, hay algo que deba desear, y claro está, el YoSommier algo desea, es más, desea muchas cosas. Y se siente capaz, puede lidiar con ello. Está completo, está entero, tiene la libido perdida vuelta nuevamente hacia el Yo y se ríe del destino, se burla de la suerte y disfruta del momento. Sin atisbos de vanidad, vive los momentos con una madurez increíble.

Mientras tanto, el OtroOtro logra con sus suspiros, silencios y susurros hacer picar al YoSommier y adentrarlo en una búsqueda inevitable de respuestas hacia la plenitud real. Se mueve en ella dentro del orden de placer-displacer, atravesado por la mirada del OtroGeneralizado, atravesado por PsicoanálisisAmado, atravesado por la infancia, atravesado siempre por biología, cultura y sociedad. Mientras camina, busca, pierde, sufre, ríe, encuentra, se sana, y sube un escalón siempre. En ese trayecto, entre el YoSommier y el OtroOtro se juega una disputa: Si el deseo es el motor, es un deseo insatisfecho, como todo deseo. Pero si la completitud es la emoción actual, ¿dónde queda el deseo? Siente un deseo por fuera del ámbito sentimental. Hay un deseo profesional, familiar, social. Hay una utopía, porque como el YoSommier charló con otro Yo: "Al mundo lo mueven utopías". Pero aún así, hay una conclusión: la completitud es propia. Se construye, evoluciona, crece. Pero es propia. A cierta altura de la vida, es de uno mismo, de un Yo solamente, y no un trabajo a dúo. A dúo es el amor. Es la amistad. Pero la completud añorada, es propia. No hay OtroGeneralizado capaz de colmar la “incompletud” propia, salvo con engaños y mentiras que más tarde o más temprano siempre se pagan con un precio alto. La valentía de asumir la indefensión es un paso gigante a la plenitud. Así pensó el YoSommier cuando leía esa noche después de un día lindo, soleado. Así alcanzó una satisfacción más: la de ser capaz de llegar a la completud. Y no brindarle a ningún OtroOtro, el poder, la satisfacción y la responsabilidad de tapar los huecos propios. La libertad no es algo que se preste, y cederle a alguien más ese poder sería mortal. Libertad y plenitud son dos caras de la misma moneda del YoSommier.



Desde otro lado de la habitación, es una esquina mucho más conservadora de la vida, un OtroConservador le dice que el miedo sí existe. Quizás sea un mecanismo de proyección de un pasado perdido, un pasado lejano y casi intrauterino, que puja por salirse del partido y cruzar la ruta del presente hasta lo inorgánico, hasta una estabilidad de muerte.

En la lucha de verdades, hay un OtroReflexión, a veces cegador, a veces amante y otras veces castigador, que pide ser escuchado a gritos: Si la completud la construye el Yo mismo, y no de a dos, que nadie te ligue a sus propios vacíos, que ningún OtroOtro te haga cómplice. El YoSommier no quiere, puede ni pretender llenar los vacíos de nadie más. Si eso implica la pérdida del ideal, si eso implica la pérdida del enamoramiento -por el momento, y tal vez no tanto-, si eso aún así es solamente una defensa del YoInconsciente, pues que así sea. Pero no existe Yo capaz de llenar los vacíos de ningún Otro. Y no hay YoSommier capaz de aceptar semejante desafío condenado al desastre. Cada uno es dueño de su libido y verá qué hacer con ella. No hay Narciso, no hay vanidad. Hay una aceptación, hay una respuesta a las preguntas del dolor: sos un Yo completo. ¡Festejemos!

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