Yo no
Nunca podría ser una chica de tacos altos, minifalda y pelo increíblemente lacio. Bah, quizás esto último sí. Nunca estaría bien yendo a bailar old the night, ni imaginando qué pollera usar porque todas las que tengo, mis amigos ya las conocen. Nunca podría gastar sueldos enteros en zapatos. Yo no puedo ser la chica full time que viste de Zara, que baila sobre Zarkany, y guarda sus cosas en bolsos Prune, una chica que tarjetea en miles de tiendas del Dot.
No me interesa conocer Goa. Ni Pinar. Ni Club Leloir. Ni aguantar las ampollas porque los zapatos me están matando. No puedo ser tu chica de revista. No puedo ser tu chica, porque no soy tuya. Ni de nadie.
Me gusta maquillarme y elegir ropa para eventos especiales, me gusta verme linda. Pero los parámetros de belleza son tan subjetivos que no estaríamos de acuerdo ni en el color de las uñas.
No me interesa ser tu chica vegana pero que compra ropa de cuero; ni ser tu hipstar que vacaciona en Punta; ni tu chica que usa una remera de Nirvana sólo porque tiene un lindo diseño. No me gusta Nirvana, además. No leo la revista Elle, ni la Cosmo, y me divierto haciéndole bigotes y caries a las modelos de la Oh la la. No soy la chica que cambia de bikini todos los veranos, que renueva el vestuario todos los años. Soy la chica que detesta el fernet, que tolera apenas la cerveza, que se pone alegre enseguida, que le gusta andar en bicicleta y que tu auto cual símbolo fálico no le interesa. Es un auto. ¿Que sea tu falo? Es triste. Es difícil definir qué tipo (si es que los hay), en qué adjetivos, encajar: El rock. Los bares sencillos con amigos. Psicología. Libros. Viajes. Son muchos más, pero son tan complejos como para enumerar. Pero sé cuáles no soy. No soy la chica de revista, que no se le corre el delineado, que tiene siempre sandalias divinas y esmalte prolijo. No puedo ni quiero ser la chica de tapa de su revista Elle, sin contenido, pura imagen ideal.
No me interesa conocer Goa. Ni Pinar. Ni Club Leloir. Ni aguantar las ampollas porque los zapatos me están matando. No puedo ser tu chica de revista. No puedo ser tu chica, porque no soy tuya. Ni de nadie.
Me gusta maquillarme y elegir ropa para eventos especiales, me gusta verme linda. Pero los parámetros de belleza son tan subjetivos que no estaríamos de acuerdo ni en el color de las uñas.
No me interesa ser tu chica vegana pero que compra ropa de cuero; ni ser tu hipstar que vacaciona en Punta; ni tu chica que usa una remera de Nirvana sólo porque tiene un lindo diseño. No me gusta Nirvana, además. No leo la revista Elle, ni la Cosmo, y me divierto haciéndole bigotes y caries a las modelos de la Oh la la. No soy la chica que cambia de bikini todos los veranos, que renueva el vestuario todos los años. Soy la chica que detesta el fernet, que tolera apenas la cerveza, que se pone alegre enseguida, que le gusta andar en bicicleta y que tu auto cual símbolo fálico no le interesa. Es un auto. ¿Que sea tu falo? Es triste. Es difícil definir qué tipo (si es que los hay), en qué adjetivos, encajar: El rock. Los bares sencillos con amigos. Psicología. Libros. Viajes. Son muchos más, pero son tan complejos como para enumerar. Pero sé cuáles no soy. No soy la chica de revista, que no se le corre el delineado, que tiene siempre sandalias divinas y esmalte prolijo. No puedo ni quiero ser la chica de tapa de su revista Elle, sin contenido, pura imagen ideal.
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| "Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite." |
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