Es 1 de enero y estás durmiendo al lado mío, profundamente. Yo me desperté por un sueño horrible y ahora estoy un poco captada por el sonido de la lluvia que cae en mi patio. Llueve y es todo una burbuja como aquel miércoles gris.
Me gusta cuando, medio dormido me buscas para abrazarme (o eso interpreto yo al menos) y con los ojos todavía cerrados te despertas muy despacio.  Y después te volvés a dormir. Me gusta porque entro en un brazo tuyo de esos que dan los mejores abrazos del mundo, la cabeza me queda a la altura de tu pecho y yo te escucho latir y siento tu sube y baja al respirar.

Me gusta que hayamos tenido sensaciones de irrealidad porque quizás eso explica lo importante que es haber elegido empezar esta manera aleatoria de contar de nuevo desde cero con vos.
Recién te diste vuelta y me abrazaste después de leer un mensaje de texto. Me abrazaste con un brazo y una pierna, me preguntaste de que me río y te volviste a quedar dormido.

Creo que afuera ya no llueve y que yo tengo mucho menos miedo. Creo que estoy enamorada de vos de esa forma tan cursi como irreal y de esa forma tan genuina y cotidiana, aunque yo duerma tapada y hecha un ovillito y vos no. Aunque en la librería vos tomes cerveza y yo café. Aunque nos hayamos olvidado de comprar postre para la cena y pan dulce para desayunar. Feliz año nuevo (light), mientras te desperezas.



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