Gracias por terminar con el macrismo y por el viaje a Orlando; llevese el resto y por favor no vuelva nunca más. 

Vi la foto de aquel pasado agosto, lluvioso, despeinado y con todo embalado. Y la borre porque sólo quedó la lluvia y está diluviando hace días sin lavar nada, gota a gota sobre el suelo mojado del dolor del fracaso. A cuentagotas, cual tortura china, se caen pedacitos de la piel que quedó seca por la sal y adolorida como si tuviera cientos de cortes por todos lados, cortes similares a los que te hace el filo de una hoja... nunca nadie espera lastimarse con una hoja. Solo intenta que no se manche ni se arruge y aún así con algún desafortunado movimiento se lastima y la hoja en blanco mira la piel roja y rasgada y parece un momento de confusión extendido al infinito. 
Recuerdo el fin de año pasado y son mil hojas rasgando mi cuerpo, apuntandome con el filo al pecho. 

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