Un te quiero, una caricia... #Capítulo 366.

"¿Dónde estás? Yo sé que es más sano dejar de buscar. No sabría decir en qué momento de la vida perdiste lo que sea que alguna vez tuviste... La gente me dice que la paciencia es la virtud de nuestra situación, que la tolerancia podría ser mi mayor arma para enfrentarme al desprecio de la indiferencia.
Al mandato social del amor, podríamos regalarle pasajes al infierno de la realidad y ver cómo se las arregla sin un Disney que le ayude a colorear.
A la visión perturbadora del deber, al estúpido Superyó de un mandato primo al dolor, explicarle sin sutileza que no alcanza, que no sirve, que no es necesario seguir con esta farsa. Ni los silencios ni las palabras ayudan a una relación enfrascada en un taper monotemático que vive encapsulado en un tiempo de hace 10 años. No existimos en el presente, somos simplemente adultos en una lucha que tiene casi 22 años. No recuerdo una historia de tu presencia, soy como el fantasma de Árbol, sencillamente deambulando.
El tiempo contextualiza, hace exactamente 366 días que la vida fue... vida. Y ¿qué? Nada. La nada misma, la inercia al movimiento diario, eso es todo y yo ya no tengo mucho más que ofrecer. Y ni siquiera estoy segura de querer. Gritar con el alma que esto no alcanza y sentir con toda la certeza necesaria que gritar aquello, tampoco resulta en nada bueno. Ni el alma, ni las ganas, ni la ira, ni el llanto, nada pudo cambiar un mísero estado... Pareciera estar resignado al fracaso. 

Qué hablaran de dolor si esta impotencia carcome por dentro.
Qué hablaran de voluntad...
Al fin y al cabo, aceptar también es madurar.
Y aún así ¿cómo calmas tanto dolor?"






[Ya no me duelen todas las cosas que ayer me podían molestar]

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