Soy un tanto de Freud y otro tanto de rock.




"La libido reversible, que va y viene de los objetos hacia mi y viceversa, vive en un eterno sube y baja con altitudes comparables al Everest versión psíquico de este siglo.
La libido reversible va hacia el objeto receptor y deja un haz de luz entre mi cuerpo y él, convive en armonía y exalta algo en el pecho, un algo, un súper algo que no se puede explicar. Mientras tanto, aspira a la vida, al crecimiento y al amor, yo no podría decir bien qué es el amor, pero supongo que mis pulsiones, mi energía depositada en tu Yo debe rozar lo que dice la RAE o lo que siento yo cuando escucho a esa banda de rock. Esa sensación, esas vibraciones en el pecho, se deben acercar bastante a la definición de felicidad o de amor.  
La libido reversible vuelve hacia mi desde el objeto receptor y en el camino insulta un poco a Piaget solamente por placer e ingresa en mi cuerpo cual energía avasallante que es absorbida por mi corazón. Explota la tensión entre el Ello y el amor, grita cuando llora y sobrevive, siempre, al dolor y la desilusión. Se recupera de la muerte y la mentira que fue asesino y protector, transforma su esencia hasta una nueva versión, cambia las cantidades, las intensidades y al mismísimo Yo y así, crece, madura y guía un haz de música y luz hacia otro objeto, un misterio.
Apuesta en la ruleta rusa de la supervivencia la curación interna y casi todo avance cae a pedazos cuando dispara la bala, esa que no estaba planeada. La libido ya algo decolorada de ir y venir, esta noche te responde que el cansancio ganó, que mañana por la mañana después de que desaparezca la helada, podemos vernos de nuevo, pero las calesitas siempre la marearon: hay una diferencia abismal, a mi no me gusta dar vueltas, a mi me gusta viajar."


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