Eterna cadena de significantes

"A veces lo veo brillando bajo la luz blanca de unos focos gastados. No escucho su voz, aún. Sé con toda certeza posible que debo pinchar ese planeta volador. Un ideal magnificado a gusto y medida para encajar. Sé que debo destrozar aquella mirada fugaz, de-significar esa risa y dejarlo de pensar.
Está fabricado para encajar, un producto de mi mente tan perfecto como irreal. Habrá que asesinarlo, eliminar la traicionera ansiedad y esperar. Esperar a que surja su diezmada subjetividad y en cada palabra de-significar.
Parar la pelota y esperar.
Inflar hasta explotar y en eso por inercia pura salir disparado hacia el lado opuesto, eso sucederá si el juego no llega al entre tiempo. Tiempo muerto, juez, debes reprimir, disimular, eclipsar, tantos significantes que brotan por mis poros, desde mi expresión a mi posición corporal. 
A veces lo descuartizo, lo manipulo como quiero, lo separo en partes, en pedazos de su singularidad, la colmo tanto de mi que anulo su desear. A falta de realidad,  es tal vez, la única herramienta, idealizar. 
Pequeños, casi imperceptibles reojos, yo sé: común denominador a un autoestima en continua consolidación. 
Había encontrado antes yo el patrón, en mi cadena de sujetos estaban inmersos por igualdad u oposición. Lo había conceptualizado mal: son fruto de la proyección.
El placer de teorizar, investigar, explicar, comprender y sublimar.
 
A veces lo veo, lo siento, tan adaptado a mi proyección. He descubierto qué me gusta de sus ojos, de su manera de hablar y de su globalidad, y esta noche comprendo por qué:

Amar es dar lo que no se tiene a quien no es. "

Comentarios

  1. El desasosiego de la materia gris y la nostalgia que el corazón bombea entredanzan una canción que se oye lejos y cerca a la vez.
    El pasado inamovible se ve transformado en un formidable amante y un calamitoso enemigo.
    "Cómo juegan nuestros recuerdos con nosotros... Y cómo jugamos nosotros con ellos".
    Las escenas se suscitan una tras otra, sin piedad. Cuando la rueda empieza a girar es difícil detenerla. Y cuanto más rápido es su rular, más complicado se vuelve el discernir.
    "Darle tal margarita a un chancho... qué estupidez" se pensó con voz hueca cuando la culpa angustió.
    Pensar. Preguntar. Volver a pensar.
    ¿Es la esperanza la cordura de los locos? ¿Es la locura la excusa de los cuerdos?
    No sabe si hoy está más loco o más cuerdo que ayer, pero la ve brillar cada vez que sus ojos caen en penumbra.
    Y cuando los sentidos enmudecen, aún puede degustar el sabor extraño de su melancolía.
    De chiquito le enseñaron a soñar. De más grande lo expresaron como una contraproducencia.
    Hoy decide dormir un poco más, y esperar a mañana despertarse otra vez en un sueño.

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