Dame un minuto -




Hay en mi cuerpo un cóctel de sentimientos, una mezcla de sensaciones, una combinación de emociones. No sé bien como se llaman, no sé bien que significan. No importa demasiado. Hay cosas que arrancan nuevamente con su rumbo, que retoman su camino perdido, consiguen ahuyentar fantasmas de viejas épocas, aniquilan memorias violentas y continúan con su vida. Caminan entre piedras puntiagudas, entre calles desiertas, entre el tiempo ambiguo, pero ya no varían tanto, ya no fluctúan en mí como solían hacerlo. Ciertas cosas ya no lastiman, son sólo recuerdos de uniones que ya no existen. Alianzas implícitas que quedarán guardadas en mi alma, pero que ya no se conectan, que ya no dañan.
 Vive en mi cuerpo una especie de calma esperada, una grata quietud que baja los decibeles del reloj y me deja respirar. Mis pies sieguen una ruta indefinida entre los restos de lo que fue, entre las ciénagas de lo que pasó. Caminan pausadamente sobre una acera cuidada pero con sus grietas y algunas marcas de poderosas llantas. Allá a lo lejos hay un cielo inmenso que desea y proyecta. En él, las nubes se disipan y aliviado el sol vuelve a creer. Ahora el tiempo gira a mi alrededor y todo mi ser vuelve a nacer.


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