Tan cansado de ser.

Llueve. Siento que llueve.

Imaginate si diluvia, como esa tormenta de Semana Santa. Imaginate si las ramas de los altísimos árboles de este barrio heterogéneo se cansan de flotar y se caen. Y sigue diluviando, mamá que cuenta que hay unos relámpagos poco amistosos, que 'se viene una fea', y cuanto pensamiento catastrófico se le cruza. Y yo sigo acá, pensando por qué hago siempre todo mal. Y que si el mundo terminara hoy, la última sensación en nosotros sería enojo y dolor. Y el día que en la escuela explicaron cómo se arreglan estas situaciones yo estaba en casa, con angina y mucha fiebre, delirando y sientiendo la nada misma, sólo el frío y el calor. ¿Los temblores son los de ahora o es sólo un recuerdo muy vívido? El mismísimo miedo, el más lastimero dolor. 
El odio irreversible al mundo, al sistema de todos los ámbitos, la soledad capitalista, el temor, la incertudimbre del futuro, y el dolor, aunmentado mil veces, de lo que sería un futuro sin vos.

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