Hoy no soy yo escribiendo acá.
Está pasando mucho por acá. Es que existen tantas
cosas espinosas revoloteando alrededor que darle forma gráfica es, como poco,
esclarecedor. Siempre que suceden eventualidades como estas, se edifica,
dentro, fuerte e invencible el ánimo caminante, las ganas dominantes de
emprender un viaje. Destinos nunca faltan, aunque siempre lo especial es el
recorrido, esa sensación de estar haciendo algo, un algo,
cumpliendo un sueño, con la dinámica tan liberadora de "Elige tu propia
aventura", una opción que parezca mejor y arriesgar un tiempo
irrecuperable a la grata emoción, a una sana ansiedad, al logro de
decidir.
Seguramente haya en este mundo seres más pasivos que
uno, y no por ello ni mejores ni peores.
Seguramente haya en este mundo personas
menos profundas, más pragmáticas a la facilidad.
Y también, sin lugar a dudas, existan personas (a mi
gusto) asquerosamente poco reflexivas, tan carente de sentidos, tan tristemente
ajenas de empatía.
De esas últimas, se vio rodeado unos días anuales,
unas semanas mensuales, un tiempo indefinido pero sumamente intenso; unos
momentos chiclosos, que valieron la pena y el dinero invertido. Pero siempre a
posteriori es que sucede así, los aprendizajes suelen ser "después
de" pero en retrospectiva, como explicó Steve Jobs, los puntos se unen y
marcan cuestiones interesantes.
Al fin y al cabo, se aprende a poner un stop según las
propias referencias, habrá a quienes los enfermos les den la espalda y habrá a
quienes los locos les den miedo. Y habrá otros, tantos como uno, que le darán
la espalda a la frialdad, a cierto egoísmo y a una despreciable e incipiente
cobardía que recorre sus venas ajenas como veneno indoloro hasta destrozar
relaciones humanas y humanos mismos también. Habrá quienes den vuelta la cara a
prioridades que no son las propias, a principios y actitudes que no son los
elegidos. Y si no se da así, quizás sean el tiempo, el dolor, la reflexión, o
los diferentes caminos de la vida, los que tomen la decisión por uno, apuntando
a cierta sanidad.
Nunca faltarán las casualidades de
turno que te crucen con los caminantes pálidos (como los de Juego de Tronos) o
con humanos un poco más cálidos, más amigables y gratos de conocer. Y cuando
después de cierta ausencia, cuando después de que días semanales y enormes ¡planetarios! tiempos psíquicos hayan sucedido, aún después de lo que ello
implica, si simplemente la casualidad te choca la cara con un pálido, bueno,
quizás sea hora de mirar para otro lado, porque ni importancia ni presente
tiene en la propia mente. Pero, si por arte de magia, en una de esas el
universo coopera (como en El Alquimista) y astutamente los pone ambos en el
mismo lugar, al mismo tiempo; tal vez, seguramente sea un gran motivo para
festejar y brindar por los cálidos vinos tintos que distinguen a cada uno y que
hoy, como reacciones químicas cambiantes que somos, transformemos aunque sea un
segundo de la vida de otro.
Comentarios
Publicar un comentario