Quise olvidarme de la historia.

Paso por acá a expresar mi indignación. Me llamo Guadalupe Rocío Arigós, nací el 14 de julio de 1992, digo, después de tantos años seguro ni te acordás. Y te hablo a vos, especialmente, porque vos dirigiste la orquesta de estos efímeros pero falaces momentos todos estos años. 
Después de la breve reseña autobiográfica me creo en condiciones de, con todo respeto, mandarte a vos y a tus breves encuentros, a la mierda. A vos, a él, y al resto de cada adulto pensante que pagó sus culpas, reproches y verdades con roles ausentes, inexistentes.
Te voy a contar una leyenda. 

Mi vida, surgiendo de una muerte.
Un día, hace más de 20 años, en algún sitio de este Buenos Aires oscuro, un señor murió. Mueren muchísimos todos los días, pero sólo este es importante para la historia. Voy a hacer como en las películas, y le vamos a poner señor X. Decía, el señor X se muere. Evitemos más detalles espeluznantes sobre el dónde, el cómo y el por qué. Con su muerte, una ausencia se presenta en una familia. Y con ella, millones de reclamos día a día, y cómo cambiaron las vidas de un sinfín de personas desde ese momento. Me contaron que fueron tiempos complicados. Sin embargo, meses, muchos meses después La señora D conoce al señor Y. Un giro cual 180º exprime las mentes de todos, tanto D, Y, U y Z (estos últimos, frutos de una vida pasada de D con X). Y muchos más, que no tienen ni tuvieron relación conmigo, pero de una forma u otra, sus influencias partidarias definieron, quizás, otras tantas cosas. Entonces, la señora J y el señor Y entablan una relación, sortean obstáculos, y años más tarde tienen a Q. 
Q crece felizmente rodeada de Z, D, Y y U. Hasta que, según cuenta la leyenda, U y Z desaparecen por muchos, muchos capítulos. Los creadores de esta historia, allá lejos y hace tiempo, no conocieron a Freud pero tenían una leve idea de un no-consciente que podía ahondar en las profundidades del sujeto; para simplificar, hoy siglos enteros después con Freud de por medio, le voy a decir inconscientes. Volviendo. Q, en su inconsciente, vive, revive, significa y resignifica todo el tiempo esos capítulos de llamativa ausencia. Pero aún así, vivió otras pérdidas, experimentó otros dolores, y también muchas otras risas, amistades y sensaciones. El tiempo pasó con tu voraz determinación y años más tarde, vía señales de humo (porque teléfono no había), recibe una comunicación de U. Evento más, evento menos, U, Z y Q charlan unas pocas veces y, falta de voluntad mediante, la desaparición ataca nuevamente las vidas de todos. Como todo lo viene va (♪), y hay episodios que tienen esencia de boomerang, la situación se repite pero al revés. Q se comunica con U, quien le da los más optimistas indicios, hasta que... sí, bingo, desaparece de vuelta. 

Como de desapariciones y ausencias está hecha la vida también, la moraleja de esta historia quedará para otra ocasión. Sin embargo, desde lo más profundo de la quinta dimensión me llegan unas palabras pertenecientes al anterior relato, de Q más específicamente, que no vale la pena desperdiciar:
"Venís, te vas, volvés, aparecés, desaparecés. Años enteros edificados sobre su "no-rol" para que instantes de palabras huecas pongan en jaque ¿qué? Yo me sigo preguntando ¿quién mierda te crees que sos?"

Por arte de magia, yo tenía una foto de estas personas en la computadora pero misteriosamente, cuando la pc entró en coma, se borraron. Lo cual no es tan extraño, ya que es acorde a la historia. Es una lástima, porque de haber sido así, podría ponerle cara a esos adultos (aunque olvidé tu cara por tanto ver tu nuca), que tanto ayer como hoy actuaron como estúpidos, que no crecieron ni analizaron absolutamente nada, y que, este causal medio lazo sanguíneo, me da derecho a juzgar. 

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