Odio poner títulos, episodio MMXIV

"Aquella máxima según la cual el psicoanálisis no busca el bienestar sino la verdad."
(G.R.)


"Yo siempre me la pasé hablando de encontrar, de buscar, de las preguntas y las respuestas. Después de un tiempo entendí que el no comprenderlo todo, el sostener la incógnita podría ser una lógica del movimiento, del deseo, una constante para continuar. La completud es muerte, es inacción, neutralidad. ¿Qué se puede hacer cuando ya se ha alcanzado todo? Aspirar a la verdad, develar cada misterio, cada pliegue en las fisuras del lenguaje que dejan entrever algo más siempre ha sido una práctica placentera, una pasión. Y quizás, aún sabiendo de la imposibilidad de captar todas las respuestas a todos los planteos, es necesario que así sea para continuar moviéndonos. Yo creo que nunca dejaré de buscar. El agotamiento, la frustración, los obstáculos, serán impedimentos tal vez; pero ¿cómo dejar de intentar? A los tormentos del Limbo emocional carente de lenguaje, a los llantos sin imagen, sin palabra, simplemente con opresión, ¿cómo explicarlos? La felicidad, la satisfacción, el amor, el por qué de cada uno de ellos. Motoriza en mí un deseo curioso de descubrir, de comprender. Qué, cómo, dónde, por qué. Yo nunca pude dejar de buscar.

Encontré en algunos años de mi vida una secuencia repetida, una serie personal de sentidos eclipsados que desde su ausencia o presencia participan de mi existencia. Signifiqué y re-signifiqué muchos de ellos. La respuesta. El placer.

Me acuerdo que esa noche pensé: 'No te enamores'. No te enamores de mi. Hay algo que yo no te puedo dar. Ni quiero hacerlo.
Y la noche anterior a esa, pensé, ideé un sueño -realizado- con otro nombre, en otro lugar.
¿Era yo la misma persona en esos contextos diferentes? ¿En qué lugar estaba ubicando yo a esos individuos? ¿Quién respondía a qué modelo de qué?

Uno estaba ubicado desde siempre en aquel lugar. Era tan clara la serie humana donde se jugaba su aspecto, su rol y todas y cada una de las características que yo le conocía. Y quizás, quería conocer a este sustituto. Quería conocer a alguien de esa serie de ausencias. Tenía un principio de respuesta. Y sólo eso. Porque ni con todas las resoluciones teóricas del mundo podría yo haber dejado de desear.
El otro... era un no sé. Quizás era la falicidad (facilidad), que (me) generaba. Estos misterios lingüísticos añoraba resolver siempre.


Superar la cobardía, la comodidad, diferenciar insatisfechos de disconformes, el cautivador efecto que tiene en mí la incógnita, el misterio. 
Y de un momento a otro, terminé en la vereda del psicoanálisis, con puentes con otras escuelas, con distintas teorías, pero mi estilo de vida, mi estructura para vivirla, es coherente con el psicoanálisis, el inconsciente, la represión y el deseo. 
Si el deseo es lo que pone el movimiento, ¿cómo podría alguna vez dejar de buscar, dejar de intentar?"




Podré morir sin encontrar jamás eso que eclipse mis ganas de seguir buscando.

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