Ella

¿Te conté que me inspirás? Como si esa tristeza contagiosa, cuasi melancólica, hiciera eco en mi.
Aunque, quizás muchas razones, experiencias y contextos, disentimos, amor, pasión y dolor. No somos cubitos, pero tampoco somos la idealización, nadie lo es, y eso, ¿cómo luchas con eso? Esa destrucción del príncipe azul, celeste, manchadísimo de lavandina y sin perfumito con la que nos estafó Hollywood. 
Somos decisión. No somos más que eso, porque todo lo que somos se reduce a qué decimos, a nivel consciente, a nivel inconsciente, siempre. Decidimos desear, y bueno... así nos va. Viste, La Piñata nos canta: "Nos inventamos un cielo en medio de la semana..." y fuimos culpables de ello. La lavada de manos quedó muerta y falaz en algún momento evolutiva y socialmente necesario de nuestra infancia. 

Sabés, el otro día el miedo me pegó el baile de la vida, cual Boca a CASLA 7-1. Un desastre. Y quizás, fue mi decisión siquiera jugar ese partido. Con suplentes, así, sin entrenar, con la ceguera consciente de un fantasma maquiavélico de mis propios miedos. 
El silencio te aniquila, dicen que es allí donde aparece el sujeto, entre palabra y palabra, silencio, ahí lo tenés, al deseo, al sujeto.

El deseo sólo desea desear. Decía una vez en algún lado.

Y qué cosa, ya no importa. Somos subjetividad. Somos también, eso y mucho más.
Bares, alcoholes, cigarrillos, rock y ¿qué? Somos lenguaje, y vos, como yo, cuando escribimos velamos un poco más eso que no queremos nombrar. Como si la ausencia implicara inexistencia.¡Já! ¡Sabés! Nada más falso. 
Mortifica desde la ausencia, desde la falta, y ubicados desde allí, nos apuntan con un rifle con mira telescópica directo al centro de la estabilidad.

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