Cuánta paz me das.

Y tan bonita que siempre tendrá problemas ; (...)
Hay gotas de mi sangre en su trago
me lastimé los labios al irme sin ella, ~


No recuerdo bien dónde, ni cómo, y mucho menos por qué, pero eran tanta la paz, me abrazaba, me sonreía y estallábamos de risa a medida que dormía. Su cara, su mirada, sus ojos, todo era tan natural, y de tan especial asemejaba lo irreal. Claro, era irreal. ¿O no? Tal vez hayan sido bosquejos de una noche anterior distorsionada por las drogas que me ensanchaban las venas haciéndolas elásticas hasta quemar; sumado a los temblores incontrolables, más frío que el que haya pasado en toda mi vida, inclusive aquellas madrugadas nocturnas de Flores bajo cero callejeadas en topper, expandiendo aire dibujadito en vapor. Esto debe ser estar feliz.




Comentarios

Entradas populares de este blog

.

Montaña y símbolo fálico.