Crónica de pasillos
"No me duermo. No me duermo.
La pintura se cae a pedazos, descarada la piel de la pared, el aspecto tétrico del descuido y el abandono. El olor, particular, agridulce, clásico e inolvidable de hospital.
La mujer de al lado respira fuerte, dolorida, gime, da escalofríos. Y el personal quizás sea inmune a tal expresión de dolor, digo, ¿cuándo se transformaron en potus malpagos?
Un enfermera a la que quisiera estampar contra el suelo. Una médica de guardia amable y comprensiva que calma la angustia.
El sonido. Desgarrador. Regurgitante. El grito, automático, la apremiante desesperación.
¿Qué más puedo hacer?
No te duermas. No te duermas.
Gotea el suero en silencio mientras los ojos vigilantes reconfirman que el sistema funciona. Al menos, ese sistema.
La burocracia, mortal. MORTAL. Ojalá no lo sea con nosotros.
El miedo, el pánico, el terror.
Que no, esta vez no paralizan, pero atraviesan nuestros cuerpos cual dagas afiladas, destrozando todo lo que llevo dentro. En parches, me defiendo, incapaz de aguantar.
Me derrumbo, a veces, cerca del piso y empiezo a temblar.
No te duermas. No te duermas.
Nadie descansa esta noche. ¿Adónde vas con el terror en el pecho, adónde vas a descansar? No hay paz. No existe la tranquilidad. Una guerra eterna entre factores indescifrables me asesina, vulnerable.
Alerta, siempre, hasta caer en el agotamiento total: físico, mental, emocional. No hay salida, no hay escape, no hay respuesta que sus años y años académicos me puedan brindar.
¿Qué está pasando? ¿Qué le está pasando? Nadie lo sabe, ni lo supo, hace muchos años atrás.
No hay refugio, no hay guarida.
Te tiene, te persigue, al acecho, asesino boicot. No encuentro la respuesta. No hay solución.
No me duermo. No me duermo.
El terror."
La pintura se cae a pedazos, descarada la piel de la pared, el aspecto tétrico del descuido y el abandono. El olor, particular, agridulce, clásico e inolvidable de hospital.
La mujer de al lado respira fuerte, dolorida, gime, da escalofríos. Y el personal quizás sea inmune a tal expresión de dolor, digo, ¿cuándo se transformaron en potus malpagos?
Un enfermera a la que quisiera estampar contra el suelo. Una médica de guardia amable y comprensiva que calma la angustia.
El sonido. Desgarrador. Regurgitante. El grito, automático, la apremiante desesperación.
¿Qué más puedo hacer?
No te duermas. No te duermas.
Gotea el suero en silencio mientras los ojos vigilantes reconfirman que el sistema funciona. Al menos, ese sistema.
La burocracia, mortal. MORTAL. Ojalá no lo sea con nosotros.
El miedo, el pánico, el terror.
Que no, esta vez no paralizan, pero atraviesan nuestros cuerpos cual dagas afiladas, destrozando todo lo que llevo dentro. En parches, me defiendo, incapaz de aguantar.
Me derrumbo, a veces, cerca del piso y empiezo a temblar.
No te duermas. No te duermas.
Nadie descansa esta noche. ¿Adónde vas con el terror en el pecho, adónde vas a descansar? No hay paz. No existe la tranquilidad. Una guerra eterna entre factores indescifrables me asesina, vulnerable.
Alerta, siempre, hasta caer en el agotamiento total: físico, mental, emocional. No hay salida, no hay escape, no hay respuesta que sus años y años académicos me puedan brindar.
¿Qué está pasando? ¿Qué le está pasando? Nadie lo sabe, ni lo supo, hace muchos años atrás.
No hay refugio, no hay guarida.
Te tiene, te persigue, al acecho, asesino boicot. No encuentro la respuesta. No hay solución.
No me duermo. No me duermo.
El terror."
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