La interacción paralizando el mundo, Seminario III.

Vamos despacio para encontrarnos.


"No sé cómo, no recuerdo absolutamente nada y perdí la noción del tiempo en tu risa y en tu espalda, pero me despierto una vez más mirando el techo en un fantástico sommier. Creo que entre giros y botellas llegamos juntos a tu departamento; creo que tus ojos son como un alud de emociones y yo no puedo dejar de leerlas, como cuando no podés soltar un libro, como cuando hipnotiza tu manera de hablar. 
Reconozco mi quietud interior y creo que se parece a la calma en el campo, entre el sol y el pasto. Supongo que no es la primera vez que amanezco acá pero no puedo recordar nada que haya pasado antes de este momento. Sólo tengo sensaciones, instintos que aseguran que esta paz no es inventada. Y a mi básico instinto de supervivencia que grita que este es un gran momento para desayunar. 
El pasillo y la pintura blanca dan un aire minimalista... Un departamento minimalista... y entonces crece en mí y me invade la certeza de reconocer tu alacena, las cerámicas del suelo y una idílica biblioteca. Unos textos revoleados al azar, miles de palabras clave que definen el momento aunque ninguna tiene tu nombre, ninguna sabe quién soy. 
Yo no sé quién sos vos, mientras te observo dormir y quedo eclipsada cuando tu pecho sube y baja, con tu pelo enredado y tu piel suavizada. No sé nada de vos, y tampoco es importante, porque estoy enfrascada en tus emociones, leyendo entre líneas el enigma de tu nombre, descifrando como puedo la veracidad de tu sonrisa, esa que paraliza el tiempo y a los que nos rodean y el planeta deja de girar. Como un túnel que se arma cuando nos miramos y conectamos en una aventura implícita, así mi respiración reacciona y me delata. 
En este juego, controlando el temblor, domino lo que queda de mí y trato de manejar la situación hasta que tu cuerpo desbarata mis más puras intenciones y de repente expande mi diafragma y suben las palpitaciones hasta mi garganta. El planeta frena de golpe y sólo nosotros superamos la inercia y quedamos estables ante tanto desastre. 

Chilla el microondas y traduzco en mi mente que mi té ya está caliente. Saltan las tostadas y parecemos una escena de una película americana, vos despeinado y lagañoso y yo acá, sin saber si está bien que esté, con una remera inmensa, con esta sensualidad de la mañana, con tantas preguntas sin verbalizar. 'Buen día'. Oh claro, cuanta calma que generás, que transmitís y retroalimentas. Dudo que este feedback funcione eternamente así que me aferro al presente e intento grabar esta sensación en mi memoria a largo plazo. 'Hola'. Imposible, yo no tengo tu facilidad para manejar nada, soy un cuerpo ansioso, una psiquis dudosa, un todo divagante que escucha música y lee libros por placer. 
Te miro pidiendo permiso y salto, con toda la confianza que mi autoestima me permite, a tu comodísimo sillón, el control de la televisión en mano... y acá estoy yo, haciendo que domino la situación. Con tu cuerpo se moviliza una energía, una vibra casi material que me avisa que estás acercándote...

Me despierto otra vez con la terrible certeza de saber que tendremos que salir de este pequeño limbo de cuatro paredes porque hay todo un mundo del otro lado que te grita obligaciones y reproches. Cual búsqueda del tesoro doy vuelta tu departamento y encuentro mis cosas, mi mochila, mis zapatillas. 
Quizás alguna vez sepamos lo que somos, quizás en algún momento más maduro de mi vida te encuentre y descubra la solución a toda esta manía. Tal vez, mañana cuando te vuelva a ver de profesional mi cuerpo flote un poco. Pero no, sólo flota con tu versatilidad, con esa chispa volátil tan tuya, y con tres o cuatro acordes que no sé qué nombre tienen. 
Es tu risa y tu espalda, es tu hablar y esa tan particular manera de mirar. Es una eternidad a la que no me puedo arriesgar, es una incógnita cuyo placer está en buscar y no en encontrar. Es esto implícito que dominás con increíble facilidad, es que me lees, me mirás y también me ves. Soy una libro cerrado escrito en un hebreo críptico. Y vos, increíblemente, me lees.
No quiero arriesgarme a llegar a ningún final, no quiero un recuerdo de la paz, quiero tu risa y a la alegría de esperar y de buscar.
Por eso y mucho más, mochila, campera y zapatillas, un beso, un 'Nos vemos' y una puerta que se cierra." 



Si no puede darme lo que pido, 
Bueno, que me sirva de canción.

Comentarios

Entradas populares de este blog

.

Montaña y símbolo fálico.