¿Dónde fue a parar mi corazón?




Quizás en una de esas tardes insospechadas, deambulando por calles poco recomendadas, por avenidas transitadas, por atajos invisibles, quizás, cuando mi mente estaba volando, lejos de este planeta, vagando por las estrellas y tratando de olvidar los males de la Tierra, se hizo amigo de una estrella y ahí se quedó. No me puedo quejar, aunque no sea yo quien lo maltrata. Tal vez haya encontrado compañía, alguien agradable con quien estar, tal vez, sonrió en pleno y se quiso quedar. Tal vez, yo no lo supe cuidar, acaso se hartó de la gente mala que no sabe apreciar, acaso se cansó de tanto desprecio, y tan triste se fue a volar. Quién sabe de dónde sacó sus alas... de yo saberlo lo hubiera previsto y lo hubiera evitado... Quién sabe dónde anda escondido ahora, sin que lo quieran encontrar, repleto de belleza pero rebosante de miedo, sin que lo descubran y temeroso de volver a sangrar. Quizá el que lo encontró entendió un poco de su locura natural y no la juzgó. Quizá hasta lo aceptó tal cual es, sin reproches, sin condiciones. Y mi corazón se quiso quedar. Y yo sigo acá, sin ningún argumento para decirle que vuelva, si yo sé que allá está mejor. Lejos de toda ésta ciudad cruel, que sólo piensa en su imagen y en su dinero, que sólo piensa en su superficial manera de ser, que sólo piensa en ganar, que no siente, que no siente nada más. Se molestó con todos ellos, no los supo aguantar, no como yo que no tengo opción, él decidió irse y no sé si quiere volver. Yo creo que encontró alguien que sea amable, alguien que sea verdadero. Creo que cuando salí a caminar alguna de esas tardes que iba para algún lado, tantos pensamientos, tanto descrédito y tanta soledad le hizo mal, y se quiso marchar. No lo puedo culpar. Yo sé que desde un punto del cielo, él me sonríe y me dice que cuando encuentre un amigo en la tierra también

él va a volver.

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