Hay que salir a empezar.

Hoy, más que nunca,

como dice la energía

que me hace caminar en

“A mi Favor”



Deje a mi lado el ruido

Y me puse a preguntar.

¿Por qué hoy es negro el cielo?

¿Por qué no quiero ser normal?

¿Por qué sufre la gente?

¿Por qué el dinero vale?

¿Por qué se están peleando

si un color no te hace diferente?

Yo me pregunto casi siempre

Y no hay respuestas para dar

Vivimos hartos de locura

Intentando explicar

cuando no hace falta hablar

Hay que salir y empezar. No me queda nada Tengo todo a mi favor

Cuando hay poco ves mejor. Deje a mi lado el ruido

Y me puse a escuchar ¿Qué dicen de este mundo?

¿Quién dice la verdad? ¿Qué hacemos en la tierra?

¿Por qué no salió el sol? ¿Y por que fue que me toco ser así como soy?




Está escrito, hay noches mejores que otras. Parece que el tiempo perdió el hilo y pasó sin permiso. Los días se transcurrieron unos a otras, las semanas se iban sucediendo, y así los meses corrían en el almanaque sin límite ni razón. En cada minuto que pasaba, el clima se cortaba con un cuchillo de manteca, se tensaba a cualquier palabra, parecía todo a punto de derrumbarse en cada momento, cada segundo al límite del abismo era interminable, y no terminaba, y continuaba. En tan indefinible estado pasaron los últimos meses, los problemas se multiplicaban, las preguntas dominaban, sin abrigo el invierno congelaba. Aprendiste a caminar, en la noche oscura por sitios lúgubres supiste andar, jugaste con la vida y jugaste con la tentación. Alucinaste con los estados, cambiaste mucho de cara, alteraste los comportamientos, y sin embargo, todo siguió su rumbo, aunque deseaste que todo acabara, que todo terminara, que sin razón, sin sonrisa ni ilusión, todo sucumbiera de una vez y pusiera punto final a tanta histeria, a tanta historia angustiosa. Y una noche lluviosa como la de hoy, volviste a ser vos. Te sentiste bien, y es tan indefinido como eso. Te pudiste ir a dormir pensando que tal vez la semana que empieza mañana no iba ser tan mala. Que quizás, valía la pena seguir, que valía la pena probar. Que seguir intentando no podía ser tan malo, que lo peor estaba cuando dabas la vuelta la hoja en la agenda hacia atrás, y aunque todavía quedaban cosas que perder, algo incitaba a continuar. Una noche como la de hoy, tu cabeza se tranquilizaba, se dejaba de cuestionar, y estaba bien. Se encontraba en calma, en paz con su alma, se acomodaba al mundo, encontraba su sitio en el planeta y podía sonreír. Era hora ya. Que el cuerpo no sentía la tensión, no experimentaba por una vez en largo tiempo la presión, apaciguaba tanto dolor, podía pensar en paz, y encontraba placentero el silencio. Oía las gotas caer, la música necesaria sonaba, el viento desordenaba las hojas de los árboles, las nubes vestían de rosa el cielo brillante sin luna sin estrellas. Y aunque tal vez, mañana no cumpliera las expectativas, porque se volvía al mundo de la semana, donde no se compartían los valores, los estados ni sensaciones, había necesitado de tanta angustia escondida para poder valorar una sonrisa, la sensación de pertenecer, la calma existente después de tanto sufrir, de tanto gritar, de tanto llorar, de tanto ver y sentir agonizar.


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