Pasa la vida con la muerte al hombro.

Siempre los viejos fantasmas de noche en bicicletas. Siempre los mismos fantasmas de lluvia que andan en moto y con casco. Me colapsa todas las tardes y todas las madrugadas esta calle que mide mil metros de acá a la seguridad, y no lo puedo soportar más y me largo a llorar. Qué haría yo en otro lugar, sí, bueno, creo que lo haría pero como NO TENGO ESE OTRO LUGAR sigo librando batallas perdidas de antemano con los mismos fantasmas de acá a que la suerte se haga billetes. Y cómo no tengo poder de reclamo no sé nada ni sobre nada metete tus objeciones en el bolsillo del pantalón del remis que tengo que pagar por cada estrella apagada. 
Y que el mundo se curta solito, yo voy a salir a caminar con mis miedos justificados que nadie entiende, que nadie tiene en cuenta, que al mundo le importan muy poco, y a pasear con mis argumentos injustos porque la objetividad no me nace. YO ME QUIERO MUDAR CONMIGO. 
No encuentro muchas más soluciones al mismo jumangi accidentado de todos los sábados y viernes y de lunes a jueves. Y dominguicidios de invierno que cuestan $12 más. 
Salta salta en el pecho de miedo la clásica impotencia que dice no grites no camines no te muevas y. Y entonces, entras con las llaves temblando, otra vez la misma historia que asusta y paraliza toda la vida, que te traumatiza y deja mudo ante la sola posibilidad de un 'otra vez'.


Y gritar, hasta que escuche Dios.

Comentarios

Entradas populares de este blog

.

Montaña y símbolo fálico.